¿Alguna vez te has preguntado por qué la fecha de la Semana Santa cambia cada año? ¿Y qué tiene que ver la Luna con la Pascua? En este artículo descubrirás cómo la astrología y los ciclos celestes están íntimamente entrelazados con una de las celebraciones más sagradas del cristianismo. Te llevaré por un viaje entre la cruz y las estrellas, y te mostraré cómo el cielo dicta los tiempos espirituales en la Tierra.
Cuando el cielo habla, la Tierra escucha
Desde pequeña, cada vez que se acercaba la Semana Santa, me surgía la misma duda: ¿Por qué este año cae en marzo y el próximo en abril? ¿No deberían estas fechas ser fijas como la Navidad? Con los años, y ya caminando firmemente por la senda de la astrología y la espiritualidad, descubrí que la respuesta estaba, como tantas veces, en el cielo.
Como médium y clarividente, he aprendido que todo en este universo es cíclico, y que incluso los rituales más solemnes se sincronizan con los movimientos del cosmos. Nada es casual. Nada es aleatorio. Cada Semana Santa ocurre cuando una antigua danza celeste marca el momento: el Sol en Aries y la Luna llena que le sigue al equinoccio de primavera. ¿Quieres saber más? Pues sigue leyendo… porque lo que vas a descubrir cambiará tu forma de ver la Pascua para siempre.
¿Por qué la fecha de la Pascua varía cada año?
La Semana Santa no se fija con un día calendario, como ocurre con el 25 de diciembre. Su fecha se basa en cálculos astronómicos precisos, que tienen siglos de historia. La regla es sencilla pero poderosa:
La Pascua se celebra el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera.
Y este detalle lo cambia todo.
El equinoccio de primavera marca el instante en que el día y la noche tienen la misma duración, y ocurre cuando el Sol entra en el signo de Aries, entre el 20 y el 21 de marzo. Este evento no solo da inicio a la primavera en el hemisferio norte, sino que representa también el inicio del año astrológico. Aries, primer signo del zodiaco, es el nacimiento, el impulso, el despertar.
Luego, se espera la primera Luna Llena tras este equinoccio. Esa luna es la clave. El Viernes Santo será el viernes siguiente a esa Luna Llena, y el Domingo de Pascua, el siguiente domingo. Así se determina toda la Semana Santa, incluyendo el Domingo de Ramos y el Jueves Santo.
¿Tienes un calendario viejo a mano? Haz la prueba. Mira qué día fue la Luna Llena posterior al equinoccio de primavera en un año determinado. Luego observa qué día cayó la Pascua. Te sorprenderá ver que coinciden exactamente. No es un mito. Es ciencia celeste aplicada a lo sagrado.
Más allá del cálculo astronómico, existe un simbolismo profundamente espiritual que une la Semana Santa con la astrología. La Pascua es, en esencia, un rito de paso. Y ese paso se da, astrológicamente, de Piscis a Aries.
Piscis: el sacrificio y la compasión
Piscis, el último signo del zodiaco, representa la espiritualidad, la entrega, el sacrificio, el amor incondicional. En la iconografía cristiana, los peces han sido siempre símbolos de Cristo. El período pisciano es el tiempo de recogimiento, introspección y perdón. No es casual que la Cuaresma, tiempo de reflexión y purificación, ocurra bajo este signo.
Aries: el renacer, el inicio, la resurrección
Cuando el Sol entra en Aries, comienza un nuevo ciclo. Aries es fuego, impulso, vida. El carnero (símbolo de Aries) es también un animal sacrificial. Pero a diferencia de Piscis, que se entrega por amor, Aries se entrega para renacer con fuerza. La resurrección de Cristo es, astrológicamente, el renacer del alma que deja atrás el dolor y la muerte simbólica para comenzar de nuevo.
Así, la Pascua no solo celebra la victoria sobre la muerte, sino también el renacimiento del espíritu, el inicio de un nuevo ciclo en cada uno de nosotros.
La Semana Santa es mucho más que una tradición religiosa. Es un portal cósmico que se abre cada año cuando el Sol entra en Aries y la Luna llena ilumina el cielo. Es un momento para morir simbólicamente a lo viejo, al dolor, a las cargas… y resucitar con una nueva luz, con un nuevo propósito, con un nuevo fuego interno.
Desde mi altar, y con la guía de mis cartas y mis visiones, siempre invito a mis consultantes a aprovechar esta época para hacer sus propios rituales de renovación. No necesitas una gran ceremonia. Solo silencio, intención, y la disposición de seguir el ritmo del Universo.
Porque cuando el cielo habla, el alma escucha. Y cuando la astrología se entrelaza con lo sagrado, nacen los milagros.